Vale más tener un modesto origen y vivir satisfecho entre los humildes, que pavonearse en un enojo espléndido y revestir una tristeza de oro.
En un microscópico,
y prodigioso universo,
contrapuesto al azulino mar,
y de platea a una fronda celestial,
es urbe de artistas ilustres,
de la más jovial humildad.
Allí florece el arte,
más exuberante y diverso,
Que cautiva,
a los clarividentes intelectos.
Una órbita de amor,
y de arte quijotesco,
que permanece original,
a su natural sencillez,
pues el talento es enemigo,
de todo lo grotesco,
de la avaricia, la envidia,
y la avara desfachatez.
Están allí, esperando,
un portentoso milagro,
de elevar con fervor,
su linaje a la lucidez,
de impresionar,
a los ilusos con su aplomo,
de destronar,
con su habilidad todo revés.
En un minúsculo,
y aun inverosímil perímetro,
que todos ambicionan,
visitar alguna vez,
nacen titanes,
de un modernismo insólito,
que merecen cerámicos tributos,
por su observancia a la candidez.
¡Bendecidas sean sus vidas!